Casas blancas y azules meticulosamente coloreadas por los propios habitantes convierten a Chefchaouen en una de las ciudades más bellas de Marruecos. De cautivadora belleza y ambiente mediterráneo, el visitante se siente envuelto en todo momento por el ambiente callejero y las laberínticas rúas blanquiazules.
La única forma de llegar a la ciudad es por carretera, ya que no hay red de ferrocarril ni en la ciudad ni en las poblaciones cercanas. Las tres opciones son:
Coche de alquiler: no es nada recomendable que alquiles un coche en Marruecos y menos para conducir por las carreteras del Rif. Cada pocos kilómetros hay controles policiales, que se intensifican de noche por el trapicheo de drogas de la zona. Además la carreteras no están bien cuidadas y hay numerosos baches.
Autobús: yo opté por esta opción. La compañía de autobuses CTM ofrece trayectos de Fez a Chefchaouen por 130 dirhams, poco más de 11€ al cambio. Aunque por la página web parece que se puede comprar el ticket online, cuando vayas a realizar el pago te saltará el mensaje "Impossible to authorise payment". Deberás comprar los tickets presencialmente en cualquiera de sus oficinas y el pago lo deberás realizar en cash. La duración es de unas 4 horas y hay 4 buses por día y dirección, siendo los horarios de ida 8.00, 11.00, 16.15 y 23.45h y los de vuelta 10.45, 13.15, 15.15 y 18.00h.
Taxi: es la opción más costosa y puede llegar a ser viable si sois un grupo grande y alquiláis un grand taxi.
Los buses de CTM llegan hasta la parada Gare Routiere, al sudoeste de la ciudad, a unos 1.5 km del centro. Este trayecto lo puedes recorrer a pie o en taxi. El punto central de la medina es la plaza Outa el Hammam Kasbah, en la cual encontrarás numerosos restaurantes y el inicio de las callejuelas que te adentrarán al corazón de la ciudad azul. En diciembre, temporada baja, el ambiente es bastante relajado y se puede callejear de forma tranquila, sin las aglomeraciones veraniegas. No hay puntos turísticos concretos, mi consejo es que os perdáis por las calles.
Al noreste de Chefchaouen se encuentra el antiguo lavadero, donde los locales lavaban a mano sus prendas. Actualmente hay varios puestos de ventas de productos y un mirador con buenas vistas panorámicas de la ciudad y la montaña en la que se encuentra asentada, así como de las murallas que la rodean. En un día se puede ver todo perfectamente, aunque si tu estancia es superior a las 24 horas, contempla la posibilidad de hacer una excursión a las cercanas cascadas de Akchour.
Lo peor de la ciudad, sin duda, es la cantidad de camellos que te ofrecerán droga a lo largo de tu jornada. No son agresivos y al menos conmigo tampoco fueron insistentes, pero es bastante desagradable ver cómo campan a sus anchas y rompen la atmósfera de cuento que emana de la ciudad. Además, como en cualquier otro lugar de la ciudad, ten cuidado con dónde comes. Mi recomendación personal es el restaurante Sofía, de los mejor valorados en Tripadvisor. Puedes ver mi experiencia en este restaurante pulsando AQUÍ.
¿Por qué se pintaron todas las casas de azul?
La ciudad de Chefchaouen no tenía dicha estética hasta que los refugiados judíos sefardíes, que habían sido expulsados de España en 1492, implantaron esta costumbre, que trataba de recrear el cielo en la tierra. Posteriormente, se acabó de extender al resto de la población por la creencia de que este color alejaba a los mosquitos, algo sin ningún tipo de evidencia científica.
Ciudad sagrada
Durante siglos el acceso a la ciudad estuvo prohibido a los no musulmanes al ser considerada una ciudad sagrada, situación similar a lo que ocurre con La Meca, en Arabia Saudí. Tras la invasión de los españoles en 1920 tras el tratado de Algeciras firmado en 1906 entre España y Francia por el que se repartían la colonización de Marruecos, este estatus se perdió y desde entonces cualquiera, independientemente de su religión, puede acceder a ella.
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